Déjate llevar por el momento presente.
El momento presente. Un vocablo simple y perenne. Una expresión corriente e impermanente. Una oración trivial y repleta de espiritualidad.El momento presente parece algo sencillo y evidente, aburrido y fútil, incómodo y vacío. Nuestro ego nos aleja de él, constantemente, proyectándonos en un futuro incierto, o transportándonos a un pasado condicionante. Nos expulsa del ahora. Nos sumerge en una realidad ficticia repleta de: preocupaciones, deseos, ansiedades, miedos, expectativas, ilusiones, esperanza…
Nuestro ego cierra con llave la puerta que nos permite acceder al momento presente, por miedo a morir.
Por miedo a que su naturaleza exigente, polivalente, radical, extremista, divisora, separadora, subjetiva, individualista, multifacética, en realidad indefinida, se desvanezca. Muera. Desaparezca.
Por miedo a que esa persona que creemos ser, se diluya. Esa figura que representamos en la sociedad, ese rol que interpretamos frente a los demás, se disuelva, como una gota de agua en la inmensidad del mar.
Ese personaje que creemos sólido y consistente, es, en realidad, frágil e inconstante. Es un cúmulo desordenado y ecléctico de múltiples caracteres, varios estereotipos, diferentes figurantes. Una imagen irreal e insustancial, a la que nos aferramos por creerla sólida y segura.
Una mañana somos los más afortunados seres, al día siguiente los más desdichados humanos. Un día amamos a todo el mundo, esa misma tarde nos aterran todos ellos. ¿Cómo es posible que ese ser sea lo que realmente somos? ¿Cómo pueden, esa inconstancia y celeridad temperamental, representar la realidad?
Porque, en realidad, no son más que ficción, figuración y una simple alucinación. Vivimos por una imagen frágil y delicada, quebradiza e irreal, pensando encontrar seguridad, comodidad y confianza. Pero, ¿es posible encontrar el equilibrio en algo tan frívolo y subjetivo? ¿tan circunstancial e insustancial?
El momento presente será quien te muestre la realidad. Es quien apunta hacia la verdad. El será tu maestro en el camino hacia lo esencial, tu guía, en la senda hacia la veracidad. Él es la puerta que te introduce a lo auténticamente vital, lo básicamente natural. Tu fiel compañero, tu aliado más poderoso, tu sabio consejero.
Él es el único lugar al que puedes aferrarte, el único lugar en el que puedes contemplar, el único lugar en el que puedes reaccionar, y el único lugar en el que puedes actuar. Es el espacio que acoge la pura realidad, la esencia vital, el instante en acción. El ahora es quien nos proporciona la verdadera comodidad, quien nos garantiza la auténtica confianza. Es, en el momento presente, donde encontramos la paz y la estabilidad, la calma y la serenidad, el amor y la verdad. Siempre penetrable, eternamente permanente.
Pero para palpar su inmensa generosidad, sentir su indescriptible poder, recibir su pura magnanimidad, tenemos que estar dispuestos a dejarnos llevar. A apartarnos de la ficticia verdad. A asentarnos en la incómoda incertidumbre. Aniquilarnos una y otra vez. Abandonarnos completamente. A explorar la confusión constantemente.
A despojarnos frecuentemente. A desnudarnos amorosamente. A observarnos compasivamente.
De este modo logramos palpar el lado tierno y suave del no saber. La flexibilidad y sorpresa del no pensar.
Entramos en un espacio blando y acogedor, cómodo y despreocupado, pacífico y sosegado, amplio y universal. Nos convertimos en seres frágiles a la intemperie de la vida, en figuras ligeras que fluyen por la naturaleza, en entes libres que viven con simpleza. En seres vivos que mueren y renacen, en humanos que se quiebran y se recomponen.
Percibimos la apertura infinita y el equilibrio eterno del momento presente. El secreto profundo de la existencia. La dimensión verdadera de la presencia.
En el ahora, y para siempre.