Haz de esta gran verdad, tu eterna realidad: el momento es ahora.
El momento es ahora. El momento es ahora. El momento es… únicamente ahora. Ni ayer, ni mañana. Sólo ahora. En cada inspiración, detrás de cada expiración. Ahora.
Una verdad incólume, que sin embargo, muchos olvidan. La vida es sólo ahora. Sólo acudes a la vida en el ahora.
La disfunción primordial del ser humano, sobre la cual se rigen todos los problemas actuales, es la sorprendente distancia con el ahora. La desconexión total con el momento presente. La negligencia enfermiza de la vida.
Hemos olvidado lo que realmente significa vivir. Lo que es ser. Lo que es amar.
Nos hemos convertido en entes individuales, con intereses personales que nos reconcomen y que nos hacen sufrir. Muchos humanos vivimos de forma inconsciente. Viendo las horas pasar, los días sucederse, esperando la felicidad que algún día nos colmará eternamente. Una felicidad que siempre vemos en el futuro, y jamás traemos al presente.
Vivimos en la era del “yo” egoico. Un yo que definimos a través de nuestras posesiones, nuestros deseos, nuestros temores. Un yo condicionado por el pasado. Ansioso por el futuro. Un yo cegado por el exterior, separado de su interior. Un yo que reniega de la verdad más fundamental de la vida: el momento es ahora.
Cuando dejas de identificarte con los objetos, tanto físicos como mentales, comienzas a sanar tu interior. A desapegarte, paulatinamente, de los elementos exteriores. Empezando a guiarte por las demandas de tu interior.
Creas un espacio de quietud y paz, de serenidad y consciencia que la mente jamás podrá captar. Un remanso de luz, completamente abstracto y sin conceptos, indescriptible y silencioso.
Vuelves a ser. A ser tú, de verdad. Un ser de unión y amor, sin formas ni palabras, sin juicios ni intenciones. Un lugar de recepción del que surge la unificación. Vuelves a ser lo que siempre has sido y siempre serás: la vida. Sencilla y pacífica. Auténtica e infinita.
Pura vida.