Caminar por la naturaleza, la senda hacia la verdad

Caminar por la naturaleza, el camino hacia la felicidad.

caminar por la naturaleza y disfrutar de su belleza

La naturaleza posee un poder magnético difícil de explicar. Su quietud y templanza nos atraen; su tibieza y fortaleza nos cautivan; su esplendor y ardor nos abruman.Aguarda, un tanto escondidos, inconmensurables secretos y poderosos misterios. Inocentes enigmas, listos para ser desvelados a los más inquisitivos, más contemplativos y más tranquilos humanos. Encarna la personificación más perfecta y sencilla del inmenso cosmos;  la metáfora más clara y directa de la vida intensa.

Pasear por la naturaleza se convierte, para los más despiertos sabios y los más curiosos exploradores, en una auténtica cura espiritual. En una experiencia sensorial lúdica y pausada, vívida y templada.

bellas flores por la naturaleza

Sus colores son un regalo para la vista; sus olores un encanto para el olfato. Sus sonidos, un regocijo para el oído, sus texturas una aventura de envergadura.

La naturaleza domina con maestría y arte el don de la impasibilidad: mantiene, bajo el calor intenso del sol, un semblante calmado. Sucumbe a las lluvias menos despavoridas, sin quejas ni temor. Se abandona al frío estremecedor con ligereza y aceptación. Sufre los fulgores de la tormenta, con humildad y paciencia.

Caminar por la naturaleza nos transmite, de forma sutil pero penetrante, una energía diferente, que apacigua nuestro temperamento, calma nuestras ansias, serena nuestro pensamiento, y nos conecta con el momento. Unas vibraciones que dulcifican nuestros miedos y palian nuestros deseos. Unas ondas que mitigan nuestras expectativas y neutralizan nuestras perspectivas.

caminos por la naturaleza mediterránea

Su esencia tranquila, su naturaleza pacífica y su personalidad flexible se filtran por nuestros poros, navegan por nuestras venas, penetran nuestras barreras. Caminar por la naturaleza, templa, poco a poco, nuestra respiración, nos embriaga con su oración, y nos relaja con devoción.

Notamos como nos aligeramos, como nos abrimos y creamos espacio en nuestro interior. Como diluimos, poco a poco, todos los miedos que nos han dominado, todos los proyectos que nos han desilusionado, todos los deseos que nos han esclavizado, todas las pérdidas que nos han desnudado.

Nos sumerge de nuevo en el espacio y el tiempo más puro y vital: el momento presente. Único y eterno, palpable y penetrante, poderoso y valioso, leal y terrenal, real y espiritual. El único que merece la pena ser vivido; o más bien, el único en el cuál vivimos. Penetrar en él, de forma compasiva y tierna, con curiosidad y sin miedo, con diligencia y paciencia, es la auténtica manera de conseguir el trofeo que todos deseamos, el verdadero milagro que todos buscamos. Es volver a ser lo que realmente somos: seres mortales y almas inmortales, individuos emocionales y personajes cambiantes. Es retornar a nuestro origen y principio, a nuestro nacimiento y a nuestra muerte: a la nada más pacífica y espiritual, más ligera e inmaterial.

Caminar por la naturaleza es la senda que nos lleva a la felicidad, el camino hacia la verdad.

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